Mundo ficciónIniciar sesiónLorenzo empujó la puerta principal y entró en la mansión con un peso invisible sobre los hombros. La noche ya había caído hacía horas, y el aire fresco del exterior no fue suficiente para disipar la tensión que arrastraba desde la oficina. Aquel día había sido una sucesión de reuniones interminables, contratos que firmar y decisiones que tomar, pero nada era capaz de afastar la lembrança de Isabella.
El vestíbulo estaba en silencio, iluminado apenas por las luces amarillentas de las lámparas de cristal. La casa, aunque lujosa, parecía vacía sin la presencia de ella y de su hija. La ausencia de Isabella tenía un peso físico, un vacío que se expandía por cada rincón de la mansión. Se quitó el abrigo y lo dejó sobre la butaca junto a la







