Mundo ficciónIniciar sesiónEl sol aún no había pintado el cielo cuando un par de piecitos descalzos recorrió el pasillo de madera, resonando suavemente por la casa de campo. Aurora, con el cabello rubio enredado por la noche de sueño, ya estaba despierta mucho antes de que Isabella abriera los ojos. Todavía llevaba el pijama de algodón con estampado de conejitos y cargaba consigo una determinación rara para alguien tan pequeña.
—¡Abuela Flora! —llamó, corriendo hacia la cocina, donde la señora ya cortaba algunas frutas para el desayuno—. ¡Me desperté antes que la tía Isa!
Flora, con el delantal floreado y el cabello recogido en un moño simple, sonrió al ver a su nietecita de corazón entrar como una ráfaga de viento.







