Mundo ficciónIniciar sesiónEl cielo aún estaba cubierto por un manto espeso de oscuridad cuando Lorenzo Velardi despertó. La habitación permanecía en silencio absoluto, envuelta en sombras que se deslizaban por las paredes, y el único sonido audible era el leve tic-tac del reloj antiguo colgado junto a la puerta, como un recordatorio implacable del tiempo que avanzaba, implacable, incluso cuando el corazón deseaba que todo se detuviera.
Sentado al borde de la cama, con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas bajo el mentón, Lorenzo observaba el suelo como si allí, entre las vetas de la madera, pudiera encontrar alguna respuesta al torbellino que lo consumía por dentro. La maleta reposaba al lado del sillón, lista desde hacía horas. Rígida, cerrada, organizada. Todo lo que necesitaba llevar estaba allí, excepto







