Mundo ficciónIniciar sesiónLa casa de Lorenzo estaba sumergida en un silencio que no era solo ausencia de sonido, sino la presencia asfixiante de todo aquello que no había sido dicho. Un silencio denso, que parecía pesar sobre las paredes, sobre las personas, sobre los corazones que intentaban no hacerse pedazos allí.
En el comedor, la mesa estaba dispuesta con esmero. Marta había cuidado cada detalle: los cubiertos pulidos reflejaban la luz dorada de la lámpara, y las copas de cristal brillaban como si intentara disimular la tensión que flotaba en el aire. El aroma suave del filete a la parrilla con hierbas y del puré de papas sazonado con nuez moscada invadía el ambiente, pero nadie parecía dispuesto a comentar lo perfecto que estaba la cena.
Aurora, sentada junto a Isabella, era la única que decí







