Al día siguiente, la planificación comenzó.
Lorenzo pasó a ser el estratega militar. Marco era el ejecutor. La sala de estudio se convirtió en un centro de comando.
Aurora, por su parte, se enfocó en la logística emocional. Tenía que vender la "aventura" a los niños.
—Papá tiene una sorpresa —dijo Aurora a los gemelos durante el desayuno, manteniendo su voz ligera.
—¿Mágico? ¿Con caballitos y luces? —preguntó Elisabetta, sus ojos brillando.
—Con muchos caballitos y luces.
Matteo, sin embargo, la miró, sus ojos serios buscando la fisura en su cuento.
—¿Será seguro? —preguntó el pequeño.
Aurora sonrió, acercándose a él.
—Tu padre y Marco lo han revisado todo. Es el lugar más seguro del mundo, porque tu padre estará allí. Y tú, Matteo, serás nuestro vigía.
Matteo asintió lentamente, aceptando la verdad envuelta en la promesa.
Pero mientras Aurora pensaba en la alegría que vería en sus hijos, un pensamiento la golpeó, haciendo que el anillo en su dedo se sintiera de