5. Desayuno con el alfa
Charlotte estaba totalmente frustrada por no encontrar su grabadora por ningún lado en su habitación. La había buscado por cielo, mar y tierra, literalmente.
— Hola, querida amiga —saludó Nadia, entrando a la habitación como si fuese la suya.
— ¿No te enseñaron a tocar? —preguntó frustrada.
— Oye, no te desquites tu enojo conmigo —contestó Nadia sentándose en la cama.
— Perdón —se disculpó—. Es que perdí mi grabadora en el carro del señor Walter —se acostó en la cama, con mucha frustración.
— Oh —Nadia se sintió mal por lo que le pasó a Charlotte—. Mañana puedes ir de todas formas, porque no tienes clases ni yo tampoco —le sonrió, tratando de que se le quitara un poco la tensión que tenía.
— Sí, tienes razón ¿Cómo te fue con Mitchel?
— Me fue bien. Lo único malo es que tuve que esperarlo por casi una hora, hasta que llegará —hizo una mueca.
— Sí, lo vi en la oficina del señor Walter.
— Me trató superbién, me llevó a comer a su casa y es gigantesca —la humana abrió los brazos.