Mundo de ficçãoIniciar sessãoEn una ciudad dirigida por la sombra, dos clanes comparten poder: El Morvan, una familia de Wolf Garus con vista a la mafia local. El Vassili, una línea de vampiros que controlan el tráfico oculto. Un pacto frágil evita la guerra ... hasta que el amor prohibido lo amenaza. Sasha Morvan, una hija rebelde del alfa, rechaza el matrimonio arreglado que su padre le impone a establecer su poder. Una noche, conoce a Adrian Vassili, hijo del maestro vampiro. Entre ellos, la atracción es inmediata, peligrosa, irresistible. Pero su amor es una traición imperdonable. El balance ya frágil se rompe más con la llegada de Dante Moretti, un asesino formidable y el brazo derecho del Morvan. Enamorado de Sasha desde la infancia, ve a Adrian una amenaza. Posesivo, implacable, se niega a dejarla ir con un vampiro. Mientras estalló la guerra entre lobos y vampiros, los celos de Dante se vuelven incontrolables. Sasha tendrá que tomar una decisión: lealtad a su manada o al amor apasionado que la consume. Las traiciones, la lucha de poder y el deseo devorador puntúan su destino. Cuando la sangre ha fluido y las cenizas caen, Sasha y Adrian imponen su reinado por el sindicato, pero ¿a qué precio?
Ler maisCapítulo 1 - La noche de los depredadores
Sasha
La noche huele a ceniza y a sangre.
Avanzo por los callejones oscuros de la ciudad, con el olor a humedad pegado a mi piel. Mi corazón late con un ritmo frenético, no por miedo, sino por ira. Esta noche, mi padre quiso sellar mi destino con un anillo y una alianza que no me pertenece.
—Tienes que pensar en la manada, Sasha.
—Un alfa no elige a su pareja por amor, sino por deber.
Sus palabras siguen resonando en mi mente, quemando mi alma más intensamente que las llamas de una guerra. La manada Morvan ha reinado sobre esta ciudad durante décadas, imponiendo su ley a otros clanes, a los humanos, a todos los que se atreven a oponerse. Y yo, como hija del alfa, supuestamente debo perpetuar esa supremacía. Se espera que me case con un hombre al que no amo, que tenga sus hijos, que fortalezca alianzas sometiéndome a tradiciones que ya no significan nada para mí.
Pero no soy una moneda de cambio. No soy una princesa vendida por el bien de un imperio.
No soy una maldita prisionera.
Los adoquines brillan bajo las farolas moribundas, la ciudad se despliega a mi alrededor con una falsa calma. Pero sé que detrás de cada ventana, tras cada muro, algo acecha. Aquí, todo pertenece a los Morvan. Cada bar, cada callejón, cada maldito negocio rinde homenaje a mi padre. Él es el rey de esta jungla urbana, y yo debería ser su preciosa heredera.
Aprieto los puños.
No.
No quiero esta vida. No quiero un matrimonio arreglado, y mucho menos con Gabriel, ese lobo arrogante y cruel que mi padre eligió para mí. Un alfa sin escrúpulos, hambriento de poder y dominación. Un hombre que me mira como si ya me poseyera.
Un gruñido se forma en mi garganta y me obligo a respirar. El deseo de morder, desgarrar, rasguñar está ahí, agazapado bajo mi piel, listo para estallar. Mi loba aúlla dentro de mí, exigiendo pelea, rebelión. Pero la contengo. Como siempre.
De pronto, una sombra se desliza en la entrada del callejón. Mis instintos gritan, me advierten.
Reduzco el paso.
La ciudad puede pertenecer a los Morvan, pero no está exenta de peligros. Hay humanos que creen que sus armas pueden mantenernos a raya. Están los rebeldes, esos lobos solitarios que se niegan a arrodillarse ante un alfa. Y están los vampiros.
Ellos no temen a nada.
Un escalofrío recorre mi espalda.
Los Vassili siguen merodeando en las sombras. Ese clan de bebedores de sangre, nuestro enemigo más antiguo, observa, espera, buscando el más mínimo fallo. Mi padre firmó una tregua frágil con ellos, un pacto tan tenue como un hilo de seda. Pero la paz entre nuestras razas nunca ha sido más que una ilusión.
Y esta noche, cuando mi mirada se cruza con la silueta que se perfila bajo la luz temblorosa de una lámpara, sé que acabo de encontrarme con uno de ellos.
Alto, delgado, vestido con un largo abrigo oscuro que se ajusta a su cuerpo como una segunda piel. Está inmóvil, su mirada me atraviesa, emana una frialdad que me envuelve como una ola helada.
No necesito olerlo para saber lo que es.
Un vampiro.
Y no cualquiera.
Adrian Vassili.
El Príncipe de la Oscuridad. La pesadilla susurrada en los pasillos de la mansión familiar.
Una sonrisa se dibuja en sus labios pálidos.
—Sasha Morvan.
Mi mandíbula se tensa.
—¿Qué haces sola, tan lejos de tu bonito palacio?
Su voz es un susurro envenenado, una caricia afilada como una cuchilla. Debería irme, lo sé. Darme la vuelta y buscar la seguridad de la manada. Pero mis pies se niegan a moverse, mi cuerpo está en tensión, preparado para atacar al menor movimiento sospechoso.
Sasha
Su presencia sigue ahí, acechando en las sombras como una caricia helada sobre mi piel. Mi loba ruge dentro de mí, me i***a a retroceder, a huir. Pero yo no huyo.
Sigo avanzando por el callejón envuelto en una oscuridad turbulenta, con los sentidos en alerta. El olor a vampiro flota en el aire, espeso, casi embriagador, como sangre antigua impregnada en terciopelo. Conozco ese olor. Me enseñaron a reconocerlo, a odiarlo, a rastrearlo.
Pero esta noche…
Esta noche, no siento odio.
Siento algo mucho más peligroso.
Curiosidad.
La sombra se mueve frente a mí, con movimientos sutiles, controlados, muy diferente a los borrachos y delincuentes que suelen deambular por estas calles. Está apoyado contra una pared, en una postura falsamente relajada, como si la noche le perteneciera. Un neón chispeante ilumina fugazmente su rostro, revelando una sonrisa demasiado tranquila.
Arrogante. Peligroso. Demasiado perfecto para ser humano.
Un vampiro.
Mi corazón no se acelera. Al contrario, se calma, late con regularidad, como si mi cuerpo ya supiera que este momento es distinto. Como si fuera inevitable.
Inclina ligeramente la cabeza, su mirada afilada me examina con detenimiento.
—Estás lejos de casa, lobita —susurra, su voz una mezcla de humo y terciopelo.
No reacciono de inmediato. Me limito a mirarlo fijamente, en silencio. A los vampiros les encanta hablar, jugar, perderse en el tiempo como si fuera solo un entretenimiento. Yo no tengo paciencia para esos juegos.
—Qué curioso —respondo por fin—. Pensé lo mismo de ti.
Su sonrisa se ensancha levemente, un destello divertido brilla en su mirada penetrante.
—Touché.
Debería irme. Terminar esta conversación antes de que se convierta en algo que ya no pueda controlar. Pero en lugar de eso, doy un paso más.
LucianMiro a mis compañeros. Morgane, Dorian. Hemos atravesado el infierno juntos. Hemos pasado por la luz, la oscuridad y todo lo que hay entre ambos. Pero ahora, hemos llegado a un punto sin retorno. Y es en este instante donde todo lo que hemos vivido cobra sentido.El sacrificio… debemos enfrentarlo. Pero esta vez, tal vez sea más pesado de lo que hemos imaginado.El aire a nuestro alrededor se ha vuelto denso, como un velo de hierro. El suelo vibra bajo nuestros pies, un rugido sordo emergiendo de las profundidades, resonando en todo el templo. La luz que filtra a través de las grietas del techo titila, como si luchara contra una tiniebla ascendente. Y, sin embargo, en medio de este caos, solo estamos nosotros. Solo nuestras elecciones. Nuestras almas.Me planto frente a la entidad, esa silueta casi divina, y un escalofrío recorre mi espalda. Su sonrisa es una carga. Nos ha llevado al extremo, al límite, y sabe exactamente dónde golpear para romper nuestras últimas defensas. Lo
LucianEl silencio se ha vuelto insoportable. Las tinieblas se cierran a nuestro alrededor, cada aliento se vuelve más difícil de tomar. La entidad frente a nosotros, esa silueta imponente y casi divina en su crueldad, parece divertirse con nuestra incertidumbre. Su mirada dorada perfora la luz titilante, y siento su poder atravesarme, una presión invisible que intenta aplastarme.Sacrificar... repite, como si la palabra tuviera un sabor particular en sus labios. Creen que están listos para sacrificarlo todo. Pero sepan esto: no hay vuelta posible. Tendrán que perder más de lo que pueden imaginar para romper el ciclo.Sus palabras flotan en el aire, pesadas de amenaza, pero también de verdad. Hay una parte de mí, un instinto primitivo, que me dice que lo que dice es más que palabras. Es una promesa, una ley que impone con una frialdad absoluta.Morgane avanza un paso, sus ojos fijos en la entidad con una determinación que no había visto en ella hasta ahora. Se mantiene erguida, lista
LucianLa oscuridad se vuelve nuevamente espesa, opresiva. El templo, que un instante había sido una arena de luz pura, parece contraerse sobre sí mismo. El suelo tiembla bajo nuestros pies, como si una fuerza invisible intentara tragarnos en las entrañas de la tierra. Pero hay otro fenómeno, aún más inquietante: un silencio pesado, casi tangible, invade el espacio. Un silencio que siempre precede al colapso total.Siento mi corazón latir más fuerte, una presión creciente en mi pecho, como si el aire mismo se hubiera vuelto demasiado denso para respirar. La magia, esa misma magia que nos permitió romper las cadenas de la Reina de las Sombras, parece escaparse de nosotros, disolverse en el espacio, desvanecerse en las crecientes tinieblas.Lucian. La voz de Morgane me hace sobresaltar. Es firme, pero también está llena de una inquietud silenciosa. Algo no va bien.Asiento sin decir una palabra. Estamos lejos de haber ganado. La desaparición de la Reina de las Sombras fue solo el primer
LucianEl aire está saturado de una energía palpable, pesada, amenazante. La Reina de las Sombras parece alimentarse de esta atmósfera retorcida que invade el templo. Sus ojos, brillantes como pozos sin fondo, siguen cada movimiento con una concentración helada. La sombra que se extiende a su alrededor es más tangible que nunca, una extensión negra que engulle todo a su paso, como una marea lista para sobrepasar nuestra resistencia.Los destellos de magia chocan, creando una danza de luces y sombras, pero siento que el viento sopla a nuestro favor. Hay una fuerza en nosotros, un sentimiento profundo que no podemos ignorar, una fuerza forjada por nuestros sacrificios, nuestras pruebas, y sobre todo, por nuestra unidad.¿Realmente pensabas que podías controlarlo todo? Escupo estas palabras con un rencor ardiente. Has jugado con vidas, manipulado almas, pero tu poder no es nada frente a lo que hemos encontrado en nosotros mismos.La Reina de las Sombras levanta la mano, un destello de lu
LucianEl viento frío me asalta, pero no logra apagar el calor que arde en mí. Cada paso sobre este suelo polvoriento me recuerda la pesadez de la carga que todos llevamos. Las calles de la ciudad abandonada ante nosotros están desiertas, como congeladas en el tiempo, como si el mundo mismo hubiera decidido suspender su aliento esperando algo terrible.La Ciudad de las Sombras, decían. Un lugar donde la luz nunca penetra, donde los secretos de los ancestros se ocultan en los callejones oscuros y los edificios en ruinas. Hemos llegado aquí en busca de respuestas. Pero en el fondo de mí, sé que la verdad nunca es tan simple.Morgane camina a mi lado, su mirada fija en el horizonte, como si presentía algo que aún no vemos. Ella es diferente, más decidida, pero también leo esa incertidumbre que la habita. Ha cambiado, eso es seguro, pero ¿acaso ese cambio la hace más fuerte? ¿O más vulnerable?Dorian, por su parte, se mantiene a la distancia, los ojos escrutando cada sombra, cada movimien
MorganaEl aire es pesado, casi sofocante. La oscuridad que nos había rodeado ahora se ha disipado, pero deja atrás una huella, una marca invisible que parece pesar sobre nuestros hombros. Las sombras ya no están, pero aún resuenan en mi mente. Su susurro, sus promesas de destrucción, me atormentan. Pero no es lo único que me invade.Mi cuerpo está cansado. Cada músculo, cada hueso, cada parte de mi piel lleva la marca de esta batalla. He rechazado lo invisible, he enfrentado lo desconocido, pero la carga de la victoria es pesada de llevar. Las luces a nuestro alrededor se apagan progresivamente, dejando solo el tenue resplandor del amanecer que se asoma a lo lejos.Lucian está a mi lado. Su mirada es decidida, pero también percibo un destello de preocupación. Dorian, por su parte, observa atentamente los alrededores, como si esperara que una nueva amenaza surgiera de las sombras. Hemos vencido a las Sombras, pero nada garantiza que esta paz sea duradera.Cierro los ojos un instante,
Último capítulo