Mundo ficciónIniciar sesiónMarcus llegó a la oficina con el cuerpo tenso, como si hubiera corrido una maratón mental. No había ruido en el piso ejecutivo, apenas el murmullo lejano de teclados y la impresión de que el aire mismo reconocía cuando él entraba. Caminó con paso firme hasta su despacho, pero al cerrar la puerta se quedó inmóvil, respirando hondo, como si fuera la primera vez en horas que podía exhalar sin fingir.
Minutos después, tres golpes suaves sonaron del otro lado.
—¿Marcus? —la voz de Evelyn, pulcra, profesional, pero cargada de ese instinto que sólo tienen los que llevan años leyendo sombras en la mirada del otro.
Él abrió. Evelyn lo observó como quien revisa un diagnóstico con los ojos, mid







