Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl avión tenía esa vibración mínima que uno aprende a ignorar cuando quiere que el mundo parezca seguro. Melissa se acomodó junto a la ventana, con la nariz pegada al plástico frío, contando nubes como si fueran ovejas que pastan en el cielo. Laila se sentó en el asiento del medio, el cinturón ajustado a la cadera, las manos unidas sobre las piernas, respirando hondo como quien se prepara para una prueba que no estudió. Marcus quedó en el pasillo, con el hombro rozando el respaldo y la mirada ardiéndole en una zona donde no había incendio.
El avión rodó, se alineó, aceleró. La ciudad se hizo maqueta, luego dibujo, luego nada. Cuando el fuselaje trepó y tembló, Melissa apretó la mano de Laila sin quitar los ojos de la ventana. Laila le besó la coronilla y murmur&o







