Mundo ficciónIniciar sesiónSe quedaron así, quietos, escuchando juntos el mismo silencio. La luz ya entraba sin timidez, marcando una franja dorada en el piso. Marcus pensó —y fue una certeza limpia— que no quería otra cosa que repetir esta mañana, todas las mañanas posibles. Pensó, sin angustia, que ahora sí podía imaginar una vida con alguien sin sentir que eso lo volvía menos él. Era la primera vez. Y por eso sonrió.
El golpe en la puerta fue suave, pero, en ese contexto, sonó como un trueno.
También llamó el timbre, un segundo después. “Una visita”, pensaron, cada uno a su modo. “Domingo temprano.” Marcus vaciló una décima de segundo, con Laila aún sobre él, el cuerpo agarrado al resplandor de hace unos minutos. Hu







