Reclamo de propiedad
El pánico era una bestia helada que me trepaba por la espina dorsal. Cada palabra de Jack —«Tienes una cita con tu ex allá abajo»— fue una palada de tierra sobre el ataúd de mi recién descubierta felicidad. Mi cerebro, mi leal pero dramático centro de mando, no me ayudaba en nada.— ¡Peligro! ¡Repito, peligro inminente! ¡El enemigo ha traspasado el perímetro! ¡Abortar misión! ¡Abortar!— ¡No puedo abortar nada! —grité en un susurro desesperado, saltando de la cama como si las sábanas me quemaran—. ¡Estoy en medio del campo de batalla!Me movía por la habitación a trompicones, buscando mi ropa en la penumbra. Los vaqueros parecían haberse encogido dos tallas, y la blusa se negaba a cooperar.Cada segundo era una eternidad.— Mi ex, aquí. En casa de mis padres. Era la peor de las pesadillas hecha realidad. Un cóctel molotov de pasado y presente a punto de estallar en el porche.— Ufff… ¡Voy a m