Mundo ficciónIniciar sesiónCombustión Espontánea
El suelo no solo pareció desaparecer bajo mis pies, sino que se llevó consigo el aire de mis pulmones y cualquier atisbo de la compostura que había logrado fabricar. Las palabras de Mei Lin, tan dulces y venenosas como la cicuta servida en una taza de té de porcelana fina, se clavaron directamente en la herida que Jack acababa de abrir.La herida que llevaba la etiqueta "Solo eras un problema que el dinero podía solucionar".Mei Lin me observaba, su cabeza ligeramente ladeada, con la curiosidad de un entomólogo examinando un espécimen particularmente extraño. En su mirada de diseñador, vi un cóctel tóxico de celos, envidia y, lo peor de todo, una pizca de lástima. Esta mujer, tallada en el mismo mármol de élite que Jack, me estaba analizando. Y la punzada en mi pecho no fue una punzada, fue un jodido arpón.Era la fea y verde bestia de los celos, rugiendo y arañando las paredes de mi caja torácica. ¿Por qué? ¿Po






