Nicola
Me desperté sintiendo un vacío a mi lado que no debería estar allí.
Mi mano tanteó entre las sábanas, pero no encontré nada más que el frío de la cama vacía. Abrí los ojos, el corazón golpeándome en el pecho, y miré a mi alrededor. No estaba. Mi esposa no estaba.
Salí corriendo de la habitación, vistiendo solamente un boxer, sin importarme nada ni nadie. Mi mente llenándose imágenes de ella y mi hijo en peligro que se repetían una y otra vez.
Bajé las escaleras saltándome escalones, y me encontré de frente con dos de los guardias en la entrada principal. Ambos miraron automáticamente al suelo apenas verme desnudo y con el rostro marcado por la ira.
—¿Dónde está mi mujer? —arrastré las palabras.
Ellos intercambiaban miradas incómodas. Uno se rascó la nuca, mientras que el otro carraspeó antes de responder:
—En la cocina, señor.
Me detuve por un segundo, parpadeando. Estaba asimilando ese escenario y conectándolo con las imágenes que mi mente se esmeraba en mostrarme para mi torm