Leo había despertado de forma milagrosa dejando a todos con más preguntas que respuestas, y con una sensación de estar viviendo en un mundo que todavía no conocían.

Él estaba aún ocupado arreglando los detalles en la manada para poder ausentarse por unos días e ir a ver Ethan y ayudar a Sienna en los que fuera necesario.

Entre tanto, Ethan continuaba recibiendo las quimioterapias y ya estaba por terminar la última dosis de esa ronda.

— Doctor, luego de esto… ¿Qué se debe hacer? — Sienna preguntó y el hombre la miró con compasión.

— Sienna, escúcheme… sé que esto es demasiado difícil para usted, pero debe tener paciencia, la quimio necesita espacio para mostrar sus efectos, así que, después de la sesión de hoy, lo mejor es que Ethan regrese a casa para que esté cómodo.

El rostro de la rubia se desencajó por completo, eso de enviar el paciente a casa tenía dos lecturas: una, que se había recuperado, y, la dos, que no había ya mucho que hacer por él…

La mujer sintió como si un balde de a