Sienna se quedó paralizada frenando en seco, mientras Leo corría hacia ella con los brazos extendidos y una mirada llena de ternura. La mujer sintió el impacto de su cuerpo cuando la estrechó con fuerza y sintió su aliento tibio en la oreja.
— Ya estoy aquí… no volveré a irme…
— Leo… — dejó escapar en un susurro.
La rubia no pudo fingir más. Había pasado demasiado tiempo haciéndose la fuerte, manteniendo una actitud estoica, como si nada la lastimara, como si pudiera con todo ella sola, cuando en verdad lo necesitaba a él a su lado, dándole la mano y prometiéndole que todo estaría bien, porque, para ella, su mundo se estaba derrumbando.
— Sienna, tranquila, lo solucionaremos.
— Leo… gracias por estar aquí…
— ¡Leo, Leo! — Ethan se sumó al abrazo grupal y el Alfa lo levantó en brazos.
— ¡Ven acá, campeón! — Lo saludó levantándolo del suelo y cargándolo sobre los hombros — ¿Quieres comer algo sabroso? Podemos ir a alguna parte antes de llegar a casa.
— No quiero nada, Leo, quiero dormir,