— ¿Qué secreto, Sienna? — preguntó Leo, acercándose a ella. Sus manos se posaron en sus hombros con un toque firme y protector — ¿Qué secreto tienes que te está matando, Sienna, que nos estás ocultando a todos?
El aliento de Sienna se cortó. Las palabras de la anciana, la profecía, la voz de Kiara en su interior rogándole que se callara, el rostro febril de su hijo y la desesperación por su salud y su vida, todo se unió en un coro que la obligó a hablar.
— Leo… Ethan no es tu hijo. Él es… él es… — Algo se atoró en su garganta y su mirada rehuyó su rostro.
La confesión estaba solo a una palabra de la boca de la rubia y la mirada penetrante del Alfa esperaba una respuesta, pero la bomba que llevaba años guardando, protegiendo para mantener a Ethan alejado del mundo Lican y alejado de sus peligrosos orígenes estaba a punto de explotar en la cara del Alfa y sacudirlo hasta los huesos.
— Sienna, habla ya, por favor — Él casi rogó al ver su estado asustado e indeciso — Dime ya lo que tengas