Miara necesitó tomarse un par de minutos para pensar antes de hacer una estupidez. Había visto las malditas fotos y el material que Gael le había entregado.
Caminó de un lado al otro de la oficina como una fiera enjaulada con la mirada clavada en el suelo, hasta que volvió a ver las fotos desparramadas por el suelo.
Algo llamó su atención, un niño pequeño. El mismo niño de las fotos que había tenido Rob en su poder. Miara se inclinó a tomar las instantáneas de nuevo, era como si Gael le susurrara algo al oído con su voz llena de un veneno delicioso, como el azúcar mezclado con cicuta
« ¡Él te engaña! » Le pareció escuchar.
— Debo saber si este niño es realmente su hijo — Tomando el móvil para llamar a Gael de inmediato.
El hombre vio el nombre de la Luna en su pantalla y se lo pens