— Ok, lo haré. Pero debes regresarme a Sienna… — Esa última frase del Alfa Rob había quedado colgando en el aire como una de las cosas más absurdas que Leonard Evans había escuchado en la vida.
— No te voy a entregar a mi compañera. Y no me vas a manipular como estás acostumbrado a hacerlo — Leo le respondió.
En el rostro de Rob se dibujó una sonrisa retorcida llena gusto. Sabía que había dado en el clavo. ¿Su compañera? Entonces era cierto. La esclava era la Mata de su hermano. ¡Bingo! No habría podido mejor oportunidad para obligarlo a hacer lo que quisiera. Era ahora, o nunca.
— No te estoy manipulando. Solo te digo la verdad, ella no es quien tú crees, pero ese es tu problema, no el mío. Por otro lado, si quieres que el niño viva, tendrás que darme a tu loba.
Leonard sacudió la