El hospital se sentía como una prisión de cristal a punto de romperse, y el regreso al lujoso departamento de Leo no alivió la tensión.
Sienna había sido obligada por el Doctor Osler a regresar a casa tras el incidente de su desmayo y la poca efectividad de los medicamentos para calmarle los nervios, así que Leo la había sacado a rastras para que descansara un poco y comiera algo, además, de poder pensar en frío en alguna estrategia para resolver el problema.
La rubia se sentía atrapada, no solo por las paredes, sino por el peso de sus secretos y la amenaza latente de Rob.
A pesar de todo, una parte de ella encontraba un refugio extraño en la mirada firme de Leo y en la silenciosa presencia de Rachel, que parecía entenderla muy bien sin necesidad de decir una sola palabra.
— Creo que iré a recostarme — La rubia dijo levantándose del sofá y