El amanecer llegó envuelto en niebla. Sobre las copas de los árboles, los primeros rayos rompían la oscuridad, pero abajo, en el claro, el silencio era aún más denso que la noche.
La manada se reunió alrededor del fuego. Aren, con su forma humana, alzó la voz:—Hemos deliberado. Y recordado.Su mirada recorrió los rostros presentes… y luego se posó en Elena.—La Marca del Lazo Lunar fue olvidada por los nuestros. Pero la llevas. No solo en la piel… también en el alma.Algunos lobos asintieron. Otros gruñeron en voz baja.—Divididos no sobreviviremos. Y aunque haya quienes no confían en ti, Elena, hay algo que no podemos ignorar: el Velo te escucha.Elena tragó saliva. No respondió.—Por eso —continuó Aren—, la manada del Límite Norte luchará a tu lado. Y otros vendrán cuando escuchen nuestro llamado.Darek cruzó una mirada con ella. Era real. Tenían su primer ejército.Aren se acercó y le tendió una pequeña piedra con forma de colmillo. El sím