Cuando llegaron a la oficina Tabar se dirigió a la barra. Sirvió dos copas con licor de dátiles importado de Sol Naciente. Tan solo saborear el ardiente dulzor fue suficiente para que el rostro de Zarah viniera a su mente.
"Mala elección de bebida" Suspiró "O tal vez estoy condenado a esta tortura para siempre".
Extendió una de las copas a Jabari. Su intuición le decía que no le iba a gustar lo que su amigo estaba por decirle.
—Bueno, su majestad, cuénteme qué es lo que necesita.
—Muy gracioso, Tabar— Jabari se había rendido frente a los constantes comentarios sobre su recién descubierto origen real. Les había rogado a Zarah y a Tabar que no se hiciera pública la información de quien era su verdadero padre. No deseaba reclamar ningún título o territorio, pues ninguna riqueza podría devolverle la única cosa que de verdad deseaba. Y si bien los Señores de Dragones habían concedido guardar aquel secreto, no pudo escapar de las burlas privadas. Además de Zarah y Tabar, debía sufrir a D