Zair nunca se consideró un buen padre ni en sus sueños. Era más del lado en el cual se lo dejaba a las mujeres. En ese momento, el karma le llegó tan deprisa que tenía que hacerse cargo de un niño de diez años, el mismo niño del que desconocía su existencia hasta hacía un mes y medio después. Anya le dejó por escrito que tenía que hacerse cargo de Zaid por el hecho de que era su hijo y porque ese engendro del demonio se lo pidió. Se recostó en la puerta del auto con los brazos cruzados, esperando que ese engendro del demonio saliera de la escuela de una vez por todas. Podía ser su hijo, pero ese mocoso también era un dominante y los dos no se llevarían del todo bien.
No sabía absolutamente nada de Anya, incluso si en verdad estaba embarazada. Solo dejó que se fuera sin más. No iba a retenerla porque no tenía derecho a eso. P