Zair mordió su labio para no reírse. Esa pequeña humana solo tenía el tamaño de pequeño, puesto que en ese momento se veía muy decidida dando órdenes. No se movió de la sala hasta que su chofer se llevó a las concubinas a otro lado.
—Pequeña humana —se detuvo frente ella—, ¿quieres salir?
—¿Qué?
—Sí, debo darle un ultimátum a mi familia, y tú tienes que acompañarme. Es por esa razón que duré un par de diez fuera de la casa sin venir a verte.—Extendió su mano—. Luego podrás ver a la reina Sofía. Ella ha estado molestándome acerca de que quiere verte.
—Entiendo. —Ni siquiera lo consideró dos segundos—. Vamos, vamos. Quiero ir. Me molesta estar encerrada.
—Así que mi pequeña humana quiere salir. &mdas