Después de comer con la humana, le dijo que podía acostarse en la cama en lo que él volvía a resolver. Le indicó a la jefa de mantenimiento que le mandara todo lo relacionado con la humana. En cuestión de minutos, ya tenía el currículo de trabajo de la chica en su celular. Le dio una última mirada y se alejó un poco de ella para leer todo con pausas y ver si lo que decía era cierto. El único contacto de emergencia parecía ser el de su padre.
—Oye, Zair —lo llamó Anya—, ¿por qué te ves tan sabroso? —Las cejas del alfa se dispararon por tal atrevimiento—. No lo tomes tan mal, es que te quitaste la camisa y parece como si me estuvieras seduciendo. Me siento un poco mal porque yo no lo estoy haciendo y tú pareces disfrutar de mi desgracia.
—Para nada, pequeña Anya. —No trató de ocultar su sonrisa mien