Ni siquiera se había percatado de cuándo se quedó dormida, por lo que se removió un poco cuando sintió que algo era introducido en su boca y tenía un sabor dulce, que le gustaba. Luego sintió cómo unos dedos rozaban sus mejillas. Abrió los ojos con lentitud y se encontró con Zair mirándola con una sonrisa burlona. Se dio cuenta de que lo que tenía en su boca era el pulgar del alfa.
—Parecías muy a gusto durmiendo y con mi dedo en tu boca. —Alzó el frasco de dulce de coco—. Estuve tentado de hacer eso para ti.
—Está violando mi privacidad. —Como si sus palabras no valieran de algo, él se sentó y puso sus piernas sobre las de él—. ¿Por qué no me hace caso?
—Por el simple hecho de quedarme contigo. —El alfa probó el dulce—. Ahora entiendo por qué chupabas mi dedo. Este dulce es delicioso.
—Debo…
—No tienes trabajo que hacer. —Le extendió dos de sus dedos con algo de dulce—. Come, es bueno.
—No quiero nada que venga de usted.
—Anya, no me hagas enojar. Toma el dulce —ordenó el alfa, y ell