58. La sustancia oculta
Santiago detuvo el auto en la esquina, muy cerca de la fábrica. Estábamos en un barrio alejado del centro de la ciudad. Era grande, pero muy poco movilizado; podían verse muy pocas personas a esas horas de la tarde en el lugar, y aquello me llenó un poco de ansiedad.
— Creo que deberíamos llamar a la policía o algo así — dije.
Pero Santiago negó.
— Creo que no, esta vez no estoy de acuerdo contigo. Si llamamos a la policía, van a llenar el lugar de inmediato. Siento que sería llamar demasiado la atención. Estamos comenzando a descubrir algo grande, algo que no había imaginado. Están alterando nuestro medicamento. Por eso Samuel no era capaz de encontrar la respuesta.
— Samuel — dije, mientras caminábamos hacia el laboratorio, rodeando por la cuadra de atrás — . Yo lo probé una vez y seguí experimentando abstinencia. Supongo que él también, pero está muy feliz. Imagino que lo ha seguido tomando. No sé qué resultados contraproducentes pueda traer para el cerebro a largo