179. Vencer al destino.
Lo había conseguido; había conseguido burlar al destino cuando le había quitado las balas a mi arma con esa intención. Nunca había llegado a imaginar que sí iba a funcionar. Arturo seguramente había hecho lo mismo, porque el arma que Máximo había recogido del suelo, que mi abuelo le había quitado, tampoco tenía balas.
Santiago se puso de pie y me abrazó con fuerza.
— Sé que podrás salvar a Samuel — dijo — . El destino no está escrito. Acabo de comprobarlo. Esto no nos muestra más que un grupo de posibilidades, y somos nosotros los que las hacemos realidad o no.
Justo en ese instante apareció Samuel, como en mi primera visión.
— Tenemos que irnos — nos dijo a todos — . Un grupo de hombres viene para acá para matarnos. Tu hermano te está esperando — dijo mientras señalaba las escaleras que ascendían hacia la azotea — . Tenemos que ir allá ahora. El helicóptero va a llegar enseguida. Vamos a poder secuestrarlo y salir de aquí, ¿entiendes?
Entrelacé mis dedos con los de Santiago, per