17. ¿Es mi hijo?
Me quedé de pie frente a la puerta sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Santiago seguía sosteniendo las llaves en el aire, incitándome a que avanzara un par de pasos y las tomara.
—¿Qué es lo que quieres? —le pregunté, levantando el mentón.
Él simplemente sonrió con desgana.
—Quiero que me digas la verdad. Eso es todo —Su tono de repente se suavizó—. Dime si ese niño que vi en el aeropuerto era mi hijo.
—Tú mismo lo supiste —le dije yo con un poco de rabia—. El instante en el que yo me fui de tu vida, cuando te encontraste la prueba de embarazo en el suelo, inmediatamente aseguraste que ese hijo no era tuyo solamente porque me viste con Máximo. Tenías razón, tú nunca te equivocas. Ese hijo no es tuyo, es de Máximo. Desde mucho antes de que llegara nuevamente a tu vida, Valeria, yo ya me había encontrado con Máximo, me había hecho suya de todas las formas posibles.
Comencé a decirle tal vez removiendo en él emociones que no debería remover, lo que podría arriesgarme a una represal