14. ¿quién es ese hombre?
El pasillo del hotel estaba tranquilo a altas horas de la noche.
Al cruzarnos con Máximo, sus dedos se detuvieron, como si fuera a decir algo, pero al final asintió.
Sabía que le importaba el beso de esa tarde, pero solo era un espectáculo para Santiago.
Regresé para reclamar lo que era mío, no por viejos amores, ni por la ternura de nadie.
A la mañana siguiente, entré en la sala de conferencias con el abogado que Máximo me había contratado.
El veterano abogado llevaba gafas de media luna y su maletín rebosaba con el contrato de acciones que le había solicitado.
En cuanto me senté, me encontré con la mirada cautelosa de Valeria.
Estaba sentada increíblemente cerca de Santiago, aferrándose a su manga con fuerza, como una mamá loba que protege a su cachorrito.
Casi me río a carcajadas, ni siquiera entendía los últimos estados financieros de la empresa, pero creía que había vuelto para robarle a su "marido".
— Dra. Santos, esperamos su respuesta —El accionista de mayor edad golpeó l