125. La bodega.
Sinceramente, sentí que escapar de la casa fue más fácil de lo que hubiera imaginado, como si de verdad nadie me estuviera vigilando. Seguramente nadie lo estaba haciendo: todos estaban concentrados en lo que estaba sucediendo alrededor, en la información encontrada en las cajas fuertes, en que ahora Máximo iba a colaborar con la policía, y eso hizo que todos se concentraran en aquellas situaciones y me ignorarán un poco, lo que me hizo sentir un poco más tranquila. Tanta atención sobre mí me ponía los pelos de punta, y aquello fue la excusa perfecta para escaparme con Samuel.
El lugar en el que le había dicho a mi hermano que nos encontráramos era tranquilo y bastante vacío, y esperé que de verdad cumpliera su promesa del sol. Aunque lo cierto era que él en ningún momento no había prometido que no iba a llevar a nadie; de hecho, estaba completamente segura que ni siquiera había leído mi correo. Algo, será lo mejor con la obra, era que me ignorara, que no asistiera a ese lugar… pero t