Cap. 17: En peligro.

Un auto oscuro se estacionó frente al edificio de fachada antigua donde vivía la señora Teresa, la mujer que cuidaba de Nina. Dos hombres bajaron, ambos vestidos con chaquetas n3gras, gafas oscuras y rostros duros como piedra. Intercambiaron una mirada silenciosa antes de dirigirse a la puerta. Enseguida tocaron.

Teresa, que había estado doblando ropa en la sala, se asomó por la mirilla. Su corazón se aceleró de inmediato. No los reconocía, pero algo en su instinto le gritó que no traían buenas intenciones.

Antes de abrir, se giró hacia Nina, que jugaba con un peluche sobre el sofá.

—Mi amor, vamos a jugar al escondite —susurró con una sonrisa tensa—. Escóndete en el cesto de la ropa limpia, ¿sí? Pero no hagas ruido, ni un solo sonido, ¿de acuerdo?

Nina la miró sin comprender del todo, pero asintió obediente. Teresa levantó la tapa del gran cesto blanco, lleno de toallas y sábanas, y la ayudó a entrar con cuidado. La cubrió con más ropa, dejó la tapa un poco ab