Cap. 205: Una esposa fugitiva. Un abogado prohibido.
La oficina privada de Richard Crowe en la torre central tenía una vista panorámica de Manhattan, pero aquella noche no miraba el horizonte. Miraba la pantalla de su celular, con los nudillos blancos por la presión. Nada. Ni un maldito mensaje. Ni una pista nueva.
—¡¿Dónde diablos están?! —gruñó, arrojando el teléfono contra el escritorio de madera oscura.
Dos hombres de traje, robustos y visiblemente incómodos, permanecían de pie al otro lado del escritorio. Uno de ellos, el más joven, se atrevió a hablar.
—Señor Crowe… estamos siguiendo una pista. Hay una mujer sospechosa en Brownsville. Encaja con el perfil.
Richard alzó la mirada con furia contenida.
—¿Sospechosa? —repitió con veneno en la voz—. ¿Y qué demonios hacen parados aquí en lugar de mostrarme una foto?
—Aún no hemos logrado un acercamiento directo. La zona es complicada. Pero tenemos vigilancia en el edificio donde fue vista. Apenas podamos confirmarlo, le enviaremos la imagen —agregó el otro, intentando mantener la calma.