Elizabeth se había levantado muy temprano. Los mareos y vómitos matutinos la tenían loca. Sentía que su cabeza daba vueltas, que su estómago ardía y algo amargo en su garganta.
—Ya no puedo más —exclamó lavando su rostro con agua helada.
Se vió en el espejo y, a pesar de la falta de comida y los vómitos constantes, notó que un pequeño bulto estaba creciendo en su vientre que antes era totalmente plano. También notó que sus senos que naturalmente eran grandes, estaban aún más hinchados. Se mordió el labio pasando la mano por sus pezones y luego la apartó de golpe.
«No puedo pensar en ese viejo sinvergüenza y tocarme»
Se dijo mentalmente acomodando en camisón y bajando a prepararse un té de manzanilla.
«Era lo único que le aliviaba las náuseas»
Bajó las escaleras con cuidado. Era aún las seis de la mañana y tanto los niños como Michael seguían dormidos. Así que, con pasos suaves llegó hasta la cocina. Puso a hervir el agua y luego comenzó a buscar la caja con los té de manzanilla y cua