La mañana estaba demasiado tranquila para lo que se avecinaba.
Ryan se bajó del auto con el ceño fruncido, mirando el letrero del estudio:
*"Equilibrio y Armonía"* escrito con letras doradas y una flor de loto al lado.
—Equilibrio y armonía… —bufó—. Esto es una trampa, estoy seguro.
Julie le pasó por delante con una sonrisa que no ayudaba en nada a calmar sus sospechas.
—No seas dramático, solo es yoga.
—Solo es yoga —repitió él—. Así empiezan todas las tragedias modernas: “solo es yoga” y terminas contorsionado como un pretzel humano.
Detrás de ellos, Christopher se ajustó la chaqueta deportiva como si estuviera entrando a una reunión y no a una clase de estiramientos.
—En mi caso va a ser más “postura del árbol caído”.
Michael llegó último, con una botella de agua en mano y cara de “no sé por qué acepté esto”.
—Solo les aviso… si me hacen hacer el pino, me voy.
Dentro, el lugar era todo luz suave, música de flautas y olor a incienso. Una instructora de sonrisa eterna y ropa blanca l