El sol caía con pereza sobre la ciudad mientras el motor de la SUV rugía suavemente frente a la entrada principal. Las puertas se abrieron y Julie salió primero, enfundada en una gabardina beige y botas hasta la rodilla. Su cabello rubio suelto bailaba con el viento. Le seguía Alisson, en un vestido largo, de punto gris, que marcaba suavemente su incipiente pancita. Se veía radiante, fresca… libre.
—Hoy solo somos tú y yo, sin niños, sin esposos —dijo Julie con una sonrisa de medio lado mientras se ajustaba las gafas de sol.
—Y con tres gorilas siguiéndonos el paso —murmuró Alisson, lanzando una mirada a los guardaespaldas de Christopher que se acomodaban junto al vehículo.
—Mejor eso que paparazzis —replicó Julie, encogiéndose de hombros.
El auto arrancó y la ciudad comenzó a deslizarse tras los cristales. El aire olía a emoción y gasto innecesarios.
Alisson desbloqueó su celular. Tenía un mensaje de Christopher.
Chris: “No tardes mucho, y abrígate bien. ¿Ya tomaste tus vitaminas?”