Cuando Alisson salió de la cocina, Elizabeth se bajó de golpe del mesón. Su corazón latía muy rápido y sentía como su respiración se había vuelto erradica. Hace días que ni siquiera le dirigía la palabra a Michael, no porque no quisiera, sino porque para ella eso era lo mejor. Pero, unos minutos antes había bajado a tomar un vaso de agua y él estaba ahí, tomándose una copa de vino mientras leía un libro en la isla de la cocina como si no hubiera una bendita biblioteca para eso. Y no solo eso, estaba vestido con un shorts de casa que dejaba ver la piel pálida y blanca de sus piernas y una erección gigante que no sabía quién la estaba causando.
—¿Qué estás leyendo? —había preguntado Elizabeth con curiosidad.
Michael le había mostrado el título que decía, “cómo retardar más tu eyaculación después de los cuarenta” y ella había entendido porqué Michael tenía una erección más grande que las torres gemelas. Quiso irse, pero terminó encima de la encimera con las piernas abiertas y con toda la