Cuando Christopher abrió los ojos, tenía a cuatro rostros viéndolo con incertidumbre. Tres eran de sus hijos y uno era de Campbell.
—Ayúdame a levantarme joder —exclamó Langley con la frente sudorosa.
Ryan se apresuró a darle la mano a su amigo y después de que este se sentara en el sillón destartalado, corrió por una botella de agua fría con azúcar y también una gaseosa de colita. ¡Se veía mal! Pálido, sudoroso, desorbitado, perdido.
La mano de Langley atrapó las dos botellas y con una rapidez alarmante bebió de cada una como si su vida dependiera de ella.
—Me quiere matar —dijo temblando.
—¿Quién? —preguntó Campbell mirando a todos confundidos.
—Alisson, Alisson Miller se volvió completamente loca. Quiere… —Se acercó al oído de Campbell para que los niños no escucharan—, acostarse con Jackson.
Ryan abrió los ojos y luego sonrió con burla. Estaba seguro que Alisson solo quería molestar a Christopher y, como a él también le divertía ver a su amigo molesto contestó con burla;
—¡Ya er