—Estoy ebria Chris, ahorita no puedo responder esas cosas —dijo Alisson mientras enrollaba sus manos alrededor del cuello de Christopher—, ¿por qué mejor no follamos? ¿Y así le demuestras al mar cuánto me deseas? —preguntó arrastrando las palabras y haciendo una mueca con los labios.
—Nena… —intentó hablar Langley.
—Por favor, aquí tengo la pastilla del día después —mostró un blíster con una pastilla blanca y pequeña que hizo que Christopher esbozara una sonrisa traviesa.
—Sí, tomatela —respondió Langley de inmediato, tomando la pastilla en sus manos y metiéndosela en la boca para que la bebiera.
Se quedó mirándola por varios segundos. Él olor a whisky mezclado con vino tinto que salía de la boca de Alisson era el detonante perfecto para que Langley perdiera la cabeza. Quería controlarse, pero Alisson hizo un puchero con los labios que Langley terminó por írsele encima y devorarle la boca. Sus labios sabían a licor y Christopher se prendó de como un adicto a la droga. La lengua de