"Le dije al cielo que te fuiste y empezó a llorar". Esa frase, esa melodía, esa letra. ¿Por qué somos tan débiles cuando nos enamoramos? ¿Por qué aún no puedo olvidarte? ¿Por qué todo estaba en contra de nosotros? ¿Por qué nos importa tanto lo que piensan los demás? ¿Por qué no pudimos dejarnos llevar por lo que sentimos? ¿Por qué sigues en mi mente, incluso cuando trato de alejarte? Quité los auriculares, y la última frase de la canción me dejó sin aliento: "¿Por qué yo no puedo respirar sin ti?" Mi playlist se detuvo en ese instante, esa frase quedó flotando en el aire, y el silencio me envolvió. En ese momento, mi celular vibró, y un mensaje de Flor apareció en pantalla: "Su vuelo sale en dos horas, ¡aún no es tarde, Nahya! Hazlo." Tomé una decisión sin pensarlo demasiado. Me puse el abrigo, salí a la lluvia que caía a cántaros, sin importarme el frío ni el caos del mundo. Tomé un taxi, pero el tráfico estaba atascado. Cada segundo que pasaba, el miedo de llegar tarde crecía en mi pecho. Cuando finalmente llegué, corrí con todas mis fuerzas, pero cuando llegué al aeropuerto… ya no estaba. Tal vez este era nuestro destino.
Ler maisNahya (Presente - invierno)
—¡Nahya! —el grito cortante hizo que levantara la mirada de inmediato, sintiendo un cosquilleo de ansiedad en el pecho. «Solo dos horas más», pensé. Me dirigí a la mesa, y allí estaba, el cliente pesado de toda la semana. Suspiré, tratando de calmarme. Había sido un día estresante y no me sentía del todo bien.
—Buenas noches, ¿qué desea ordenar? —Mi voz apenas se escuchó sobre el bullicio del café.
—¿Tú otra vez? —dijo, frunciendo el ceño—. ¿Qué... no hay otra persona que me atienda? —Un suspiro pesado escapó de mis labios, pero lo contuve—. Lo mismo de siempre y rápido. Tengo hambre.
<<Vamos Nahya si puedes>>
Me acerqué a flor, ella sonrió y yo bufé
—Un día, un día le voy a dar con una bandeja —sonrió, me dijo.
— Te apoyo, ven, preparemos la orden del señor gruñón. puedes preparar el café —asentí, el aroma del café recién hecho llenaba el aire, mezclándose con el murmullo constante de conversaciones y el sonido de las tazas chocando entre sí. Mientras servía el café, no podía dejar de pensar en cómo había llegado a este punto, sintiendo que cada día era una lucha constante contra mi propia ansiedad.
—Nahya, ¿estás bien? — Preguntó.
—Sí, solo creo que estoy un poco agotada —dije, tratando de sonar convincente.
Flor se acercó con una sonrisa, sus ojos llenos de preocupación genuina.
—Nahya, ¿segura que estás bien? — le mostré mi pulgar, en señal de aprobación.
Diez minutos después, llevé la orden a la mesa.
—¡Por fin! Tengo una pregunta para ti, ¿cómo dejan que una persona tan lenta como tú trabaje acá? —Apreté la bandeja con fuerza, mis manos temblando ligeramente mientras trataba de no dejar caer nada.
—Su orden, disfrute, señor —dije, enfatizando "señor".
—Gracias, tortuga —La gota que colmó el vaso. Sentí mi respiración hacerse pesada. Me dirigí al baño con Flor pisándome los talones. En un instante, mi mente regresó a aquel día en el hospital, el olor a desinfectante y la luz fluorescente parpadeando sobre la cama vacía, la presión en mi pecho explotó en un ataque de pánico.
—Nahya, tranquila, respira conmigo... recuerda los ejercicios, vamos, no otra vez —Flor me guió hasta que poco a poco recuperé la respiración. Las lágrimas no tardaron en aparecer.
—Lo siento... no pude, Flor —lloré.
—Todo va a estar bien, estoy contigo —me abrazó.
<<Gracias, justo en el momento adecuado>>.
Creo que es momento de presentarme, Soy Nahya, tengo 20 años y sufro de ataques de pánico desde los 16. Hoy se cumplen 2 años desde que mi mundo se volvió un caos sentimentalmente. —Los recuerdos de ese día regresaron, respiré tranquilamente al escuchar a Flor entrar nuevamente con un vaso de agua.
—Toma, un poco de agua. ¿Te sientes mejor? —asentí. — ¿Tomaste la medicación? —suspiré y negué lentamente su mirada de desaprobación lo decía todo.
—¿Sabes qué día es hoy, cierto? —asintió—. Ya son 2 años desde que Rachel no está conmigo. Era mi única familia y se fue. La extraño mucho. —Una lágrima se deslizó por mi mejilla y Flor la limpió, abrazándome.
—Amiga, no hay palabras para expresar tu dolor. Si te sientes muy mal, habla con Francis. Y recuerda, yo también soy tu familia.
—Lo sé, gracias. Te quiero.
Salimos de allí y pasamos a la oficina de Francis, toqué y escuchamos un “¡Pase!”
—Hola, Francis —sonreí débilmente.
—Hola, Nahya, ¿qué tal? —le hice una mueca.
—No muy bien, ¿puedo irme temprano hoy? No me siento bien.
—Claro, linda. Descansa un poco o distráete. — Agradecida, tomé mis cosas y me despedí de Flor. De camino a casa, me desvié al muelle. Me acerqué al barandal, observando el mar. El mar ante mí parecía tan agitado como mis pensamientos, cada ola rompiendo en la orilla con la misma intensidad que sentía en mi pecho.
La gente a mi alrededor reía, bailaba y los niños correteaban. Todos eran felices, ¿por qué yo no? Puse "Fix You" de Coldplay y dejé que los recuerdos fluyeran. Todavía recuerdo ese día, donde mi hermana corría por toda la casa buscando las llaves del auto, ¿Por qué tuvo que conseguirlas?
En otra vida, no salió a trabajar y no hubo un choque, ambulancia, hospital, un "Lo siento señorita, no pudimos hacer nada." Una lágrima rebelde se deslizó por mi mejilla, con el dorso de mi mano la sequé, alguien me tocó el hombro.
—Lo siento, por asustarte —una voz interrumpió mis pensamientos. Me quité los auriculares y volteé—. Te vi llorando y quise preguntar si te sientes bien.
—Hola, solo estaba pensando en algo... pero sí, me siento bien, gracias.
—Pensar, es muy relajante —asentí. Volteé hacia los músicos en el muelle.
—Sé que no me conoces, pero ¿quieres hablar? —dijo el desconocido.
<<Nahya, ni se te ocurra>>.
—Solo que en mi trabajo me hicieron sentir mal. Y hoy se cumplen 2 años desde que perdí a mi hermana. Ha sido una semana estresante y hoy fue mi límite.
—Lo siento mucho... de verdad... yo también estoy prófugo del trabajo, necesitaba escapar.
A pesar de mí misma, reí.
—Eso explica tu atuendo. ¿Quién usa gorra y lentes de sol de noche?
—Es complicado —se bajó un poco los lentes—. ¿En serio no sabes quién soy?
—No —respondí, un poco asustada.
—No soy un loco, tranquila.
Eso espero, pensé.
—Ok, supongamos que no pasó nada —dije, escuchando "Destino o Casualidad" por los parlantes. El desconocido tomó mi mano, y no sentí pánico ¿Por qué no sentí pánico?
—¿Me harías el honor de dejarme hacerte sentir mejor y bailar conmigo? —Sonreí.
"Dos extraños bailando bajo la luna, se convierten en amantes al compás"
¿Cómo debería sentirme en este momento? ¿Feliz? Sí, creo que sí, en dos años, no me había sentido tan feliz, el chico me atrajo a su cuerpo y mientras bailábamos, sentí una mirada sobre mi, busqué y en una esquina una figura familiar apareció a lo lejos, su sombra proyectándose bajo la luz de la luna. Mi corazón dio un vuelco. ¿Podía ser él?
El auto se detiene frente al edificio. Tyler gira hacia mí, me acaricia la mejilla con los dedos tibios. Llegamos huyendo de los paparazis, Tyler se bajó del auto encubierto y luego yo. Entramos al edificio, el ascensor subía lento, como si también supiera que allá arriba me esperaba el colapso. Tyler intentó tomarme de la mano. No se la solté, pero tampoco respondí. Solo apreté los labios. El mundo que lo rodea —el brillo, las fotos, los titulares, las miradas— se me pega a la piel como un vestido que no me queda. Me siento asfixiada.—No quiero dejarte sola, Rapunzel —suspiré tratando de tranquilizarme.—Tranquilo, Tyler. Ve, debes cumplir con tus ocupaciones. — Se acercó y me dió un casto beso, que logró tranquilizarme solo por segundos. —Te prometo que vendré más tarde, ¿sí? Solo… necesito arreglar un par de cosas. —asentí sin sonreír, me costaba hacerlo, sentía el temblor escala por todo mi cuerpo hasta llegar a mi pecho. Y es como una marea tibia, que ya conozco demasiado bien
Me removí entre las sábanas, aún medio dormida, estirando el cuerpo para desperezarme…o al menos eso intenté, porque algo me lo impidió. Un peso cálido rodeaba mi cintura. Bajé la vista y una sonrisa tonta se me escapó al ver el brazo de Tyler descansando sobre mí, fuerte y seguro.Recordar la noche anterior, me calentó el pecho con un cosquilleo suave, como una caricia invisible. Con cuidado, me giré hacia él y me acerqué, apoyándome en un codo. Le di un beso casto en la mejilla, uno de esos que solo quería dejarle como un secreto. No se movió ni un poquito. Tyler era una roca durmiendo. Contuve una risa silenciosa, apartando su brazo con suavidad, y me deslicé fuera de la cama. Sentí una pequeña molestia en la parte baja del abdomen. Pero no le presté mucha atención. Me puse la bata a toda prisa, sintiendo la brisa fría en la piel descubierta y me refugié en el baño. El espejo me mostró mi reflejo despeinado, los labios aún hinchados de tanto sonreír. Me lavé los dientes, dejé que
La sala parecía quedarse en silencio, como si el tiempo se hubiera detenido. Mi padre me abrazaba fuerte, temblando igual que yo, como si tuviera miedo de soltarme y descubrir que todo era un sueño.—Mi pequeña… mi princesa… —susurraba una y otra vez, con la voz rota, mientras sus manos temblorosas acariciaban mi cabello.Yo lloraba como no había llorado en años, desahogando en ese abrazo todos los miedos, todas las noches solas, todas las veces que soñé con este momento y creí que jamás llegaría.Sentí unos pequeños brazos rodear mis piernas. Al mirar hacia abajo, ahí estaba ella: Naychel, abrazándome también, con los ojitos brillantes por las lágrimas.—Nahya... —dijo, con su vocecita dulce— ya no estás sola. —Me quedé mirándola, las lágrimas empañando mi visión. — Estamos nosotros ahora. Papá, mamá Sofía… y yo. — Su sonrisa era tan pura, tan llena de amor, que me derrumbó aún más. —Mi sueño… —continuó, emocionada—. Mi sueño siempre fue conocerte, tener a mi hermana mayor conmi
20 de marzo, un día tan común para mí. 21 años, exactamente hace un año, hoy. Me sentía sola y día a día, me preguntaba ¿realmente estoy sola?... Pero mis pensamientos siempre decían lo contrario. Vamos, Nahya. Tienes a Flor, la mejor amiga de todos los tiempos, te quiere, siempre está para ti, te apoya y te ama como una hermana. Está Jimena, no es muy expresiva, pero te quiere… a su manera, pero lo hace. Matt el hermano que la vida te regaló, ha estado para ti toda tu vida, desde tu infancia y es una bendición que siga a tu lado. Jason, un amigo genial, que te apoya y está para ti 24/7 y finalmente puedo decirlo hoy, está Tyler. Exactamente, no sé qué decir de él, en tan poco tiempo se ha convertido, en alguien tan especial, que me da tanto miedo, sentir frente a él… siento que estoy lista para que me conozca y sepa realmente qué ha pasado en mi corta vida, pero me da miedo, me da tanto miedo. Él ha sido un pilar en los últimos meses y estoy tan agradecida por él. Me levanto de la
Nahya El aire se sentía pesado, como si cada partícula estuviera cargada de electricidad estática. Desde que Tyler dejó el sobre en mis manos, no había logrado apartar la mirada de él. Sus palabras resonaban en mi cabeza, entrelazándose con mis propios miedos.“Creo que encontré dónde vive tu padre.”Mi respiración se volvió lenta. Cada latido de mi corazón era un tambor al borde del colapso. El mundo a mi alrededor se desdibujaba, las paredes parecían acercarse y mi visión se llenaba de pequeños puntos negros. Sabía lo que venía, pero no podía detenerlo.El suelo se escapó bajo mis pies. Mis rodillas se doblaron y, antes de darme cuenta, estaba en el suelo. Mi pecho subía y bajaba sin control, el aire apenas alcanzaba mis pulmones. El ataque de pánico me envolvía como un manto oscuro, pesado y opresivo.—Nahya, respira conmigo. —La voz de Tyler era un faro de luz en medio de la tormenta. Sentí sus manos en mis hombros, firmes pero suaves, guiándome de vuelta a la realidad.Mi cuerpo
Tyler El bullicio en los estudios era el mismo de siempre: técnicos corriendo de un lado a otro, actores repasando líneas y el sonido de los equipos siendo ajustados. Pero nada de eso me preocupaba en ese momento. Apenas puse un pie en el edificio, Greicy me estaba esperando en la puerta de su oficina con los brazos cruzados y una expresión de furia contenida en su rostro.—¿Dónde demonios has estado? —preguntó, su voz un susurro afilado mientras cerraba la puerta tras de mí.—Buenos días para ti también, Greicy —respondí con una sonrisa ladeada, tratando de calmar el ambiente.—No me vengas con eso, Tyler. Te he estado llamando y no contestaste ni una sola vez —me espetó, señalándome con un dedo acusador—. ¿Cómo quieres que me calme si estás en todas las noticias? ¡Dime quién es la chica misteriosa a la que le cantaste anoche en el karaoke!Me encogí de hombros y me dejé caer en una de las sillas de su oficina, sin borrar la sonrisa de mi rostro.—Tanto drama por eso… Qué bueno que
Último capítulo