Mia sentía sus manos sudadas, y su rostro emanaba calor de lo roja que estaba por solo saber que Takashi la estaba tomando de su mano, ¿Por qué debía sudar? Nunca le había sudado las manos, ¿Qué pensaría su jefe? Se repetía mientras caminaba a donde se celebraría la pequeña recepción, en medio de la naturaleza, que por lo que había podido observar Mia era lo que más abundaba en las villas Zhao.
— ¿Estas nerviosa, Mia? — Mia casi bufa a la pregunta, de su jefe, pero solo pudo verlo, tan imponente como siempre.
— Un poco. ¿Y tú? — rebatió aun viéndolo, pues creía que Takashi no la escucharía, ya que hablaban en susurros, y como él ya lo había dicho, su diferencia de tamaño era incluso algo cómico de ver, más se si hablan de esa forma, era complicado.
— Lo mismo. — rebatió sonriendo, mientras se agachaba un poco más. — Pero no hay por qué́, estamos juntos en esto. — ¿Por qué le daba la sensación de que no estaba hablando de un matrimonio ficticio y de la mentira que esto causaba? No lo