Salvatore Mancini.
El silencio pesaba. No sabía dónde estaba, ni cuánto tiempo había pasado. Solo sentía un dolor punzante en mis costillas y hombros.
Intento mover mis dedos y una presión suave me respondió. Una mano pequeña, temblorosa y familiar me sostenia.
Entonces la escuche.
´´Yo no soy tu esposa, Salvatore. Jamás lo fui. Solo fui el reemplazo de la verdadera. Yo soy la esposa equivocada´´
´´Te amo con toda mi alma, sin mentiras y sin nombres equivocados. Solo como Isabella…´´
Isabella…
El nombre resonó en mi mente como un maldito trueno. Isabella… ¿por qué me sonaba tan familiar y a la vez me dolía escucharlo?
Mi respiración se volvió pesada a medida que intentaba abrir mis ojos, pero la luz me cegaba. La confusión invadió mi cuerpo por aquellas palabras. El cuerpo me dolía, pero mi mente estaba ardiendo.
Trato de incorporarme en la cama, pero el dolor de mi hombro y costilla me lo impide. Abro mis ojos del todo y miro a mi alrededor, encontrándome en una habitación blan