Capítulo 34
Laura bajó las escaleras en bata, nerviosa, Encontró a Teresa en la cocina, preparando te para calmar sus nervios después de lo que vio, La mujer no volteó a verla, se sentía indignada.
Para ella, los dos eran como hijos, y para ellos ella la abuela, la mamá que los cuidaba después de la muerte de su madre, por eso el impacto fue mayor.
—Por favor, no le digas nada a Luciano —le dijo en voz baja—. No quiero que se entere así, yo hablaré con el, lo mío y lo de Vicente es enserio.
Teresa dejó la tetera y se giró, Tenía los ojos llenos de enojo, de sorpresa.
—¿Sabes lo que estás haciendo, niña? Ese hombre es parte de este mundo. De este infierno, Y tú no naciste para eso, tu hermano y tu madre Incluso yo siempre esperamos que consiguieras a alguien que no fuera mafioso.
—Lo amo, nanita —respondió Laura, segura de sus sentimientos —. Como nunca amé a nadie, Lo conozco desde siempre y no es como los demás mafiosos y tú lo sabes
—Puede ser un ángel, pero si se dedica al mundo de