Su cabello era hermoso, sus ojos de un color atrapante pero siendo honesta el respeto hacia ella radicaba en su poder, era la luna de la manada y prometida del Rey Alfa. Prometida por elección, no porque la Diosa luna lo haya obligado al respecto y eso de alguna manera valía algo.
—Entonces tú eres la mosquita muerta que ha estado merodeando alrededor de mi hombre.
Mi ceño se frunció ante su acusación y retrocedí un paso mientras ella se despegaba del árbol en el que me esperaba y se acercaba a mi.
—No es así como han estado sucediendo las cosas.
—¿Te he dado el derecho de hablar? A estas alturas deberías reconocer tu lugar.
Cuando se acercó por completo a mi levantó su mano y aunque lo vi venir no hice nada para evitar la cachetada que envío a mi rostro.
—Tú no eres más que una forastera, tienes poco tiempo aquí pero debieron haberte dicho que el Alfa está ocupado por mi.
—Si, lo sé, él te eligió y en ningún momento he querido irrespetarte.
—¿Elegirme? —cuestionó riendo —Cael Do