Rey Alfa Cael Donovan
Esperé a que la última puerta se cerrara.
Uno por uno, los miembros del consejo abandonaban el despacho, llevándose consigo sus palabras cargadas de sospecha, su curiosidad insaciable por la nueva loba, su hambre de poder.
Yo me quedé solo.
O eso pensé.
—Qué interesante reunión la de hoy.
La voz era suave, casi afable, pero supe de inmediato quién estaba detrás.
Henrik.
El alfa de la manada de las montañas, líder del ejército más fuerte de todos los clanes, y lo más importante… padre de Amaya.
Mi prometida.
La mujer con la que sellaría una alianza crucial para mantener a flote el reino.
El hombre al que no podía ignorar.
Me giré, encontrándome con su silueta alta y robusta, perfectamente calmada, con las manos cruzadas a la espalda.
Sus ojos grises me observaron, afilados, calculadores, y cada paso suyo cargaba una amenaza velada.
—Lord Henrik —incliné ligeramente la cabeza, apenas lo necesario. No podía permitirme parecer sumiso.
—Cael. —Su sonrisa era pequeña,