Capítulo 43
El fuego crujía frente a nosotros, rompiendo el silencio con su danza hipnótica de llamas y chasquidos. La cabaña era pequeña, de madera rústica y vieja, pero cálida. Por primera vez en semanas, no temía por lo que había fuera. Y sin embargo, lo que tenía que decir ardía más que el fuego.

Cael estaba sentado frente a mí, con los codos apoyados sobre las rodillas, observando las brasas como si pudiera encontrar respuestas allí. El vínculo entre nosotros palpitaba suave, presente. No lo hablábamos, pero ambos lo sentíamos. Era inevitable.

Tragué saliva.

No podía guardarlo más.

—Cael —susurré, mi voz casi se perdió entre los troncos que se quebraban en el fuego—. Necesito decirte algo.

Él alzó la mirada de inmediato. Sus ojos oscuros eran intensos, atentos, pero sin presión.

—¿Qué ocurre?

Mi pecho se tensó. Las palabras querían quedarse, por miedo, por costumbre. Pero ya no había más espacio para secretos entre nosotros.

—No soy solo una licántropa —dije, despacio—. Mi sangre… viene de u
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