La Tormenta en el Corazón de la Noche
La noche estaba en su punto más oscuro, el cielo un manto de terciopelo sin estrellas, cuando sentí la llamada. No fue un simple pensamiento o una intuición vaga; fue un susurro en la mente que, en un instante, se tornó en un grito urgente, desgarrador. Cerré los ojos, respirando profundamente, y dejé que la conexión se afianzara, que el vínculo con el otro lado de mi alma se hiciera fuerte, inquebrantable. Y al instante, reconocí la voz. Era Cael, mi Alfa, mi hermano en esta lucha ancestral que ya no era solo suya, sino nuestra, de cada miembro de la manada, de cada aliento que tomábamos bajo la luna.
—Alex —su voz, filtrada por la distancia y la desesperación contenida, era tensa, cada sílaba cargada de una angustia palpable—. Nos atraparon. A Ava y a mí. Estamos presos en los calabozos, en las profundidades de la tierra, bajo el viejo templo de la Luna, en el corazón sombrío del bosque.
La información llegó en oleadas, como un golpe certero y