Luego de un trayecto bastante largo, llegaron hasta el hotel en donde iban a quedarse.
Luego de hacer todo el papeleo para el ingreso Abigail la acompañó hasta su jefe a su habitación.
El silencio era bastante incómodo, ella estaba intentando ser lo más profesional posible.
Rafael la estaba mirando de una manera que la hacía sentir bastante intimidada, pero Abigail ya tenía las cosas demasiado claras: entender que el sol era su jefe y ella era su secretaria y el pasado era eso… pasado.
Él abrió la puerta de su habitación y miró el reloj.
—Tienes una hora para estar lista, iremos a almorzar con unos clientes.
—Está bien.
—Luego de eso me quedaré trabajando un poco tú puedes quedarte en tu habitación, no volveremos a tener reunión hasta mañana.
—¿Es decir que puedo recorrer el lugar? —él dudó—. Te prometo que no voy a causar problemas, pero siento que me voy a aburrir mucho quedándome en la habitación.
—Claro. Solo no te emborraches, sabes muy bien lo que sucede cuando tomas de