Rafael respiró con dificultad, la situación no lo dejaba hacer una persona coherente, una persona racional ante lo que era importante para su vida.
—No puedes decirme eso —ella dijo, manteniendo una postura seria.
—Sí, sí puedo decirlo ¿Por qué tendrías que ocultarlo? Lo siento pero es agotadora esta situación. Si no es Max, es ese tal Gabriel, o mis clientes… ¿Qué voy a hacer contigo?
—No puedes estar celoso Rafael Tú tienes tu vida resuelta y yo tengo la mía.
—No, tenía mi vida resuelta antes de que desaparecieras… Tenía mi vida resuelta antes de que volvieras a aparecer, ahora soy todo un caos por ti. No puedo sacarte de mi cabeza… nunca he podido hacerlo. Esto es más poderoso que yo. ¿Tú no piensas en mí, no sientes lo mismo por mí?
Abigail sentía el dolor en sus palabras, esa desesperación que su voz emanaba cruelmente.
—Sí, sí siento algo por ti, pero eso no significa que haré que tu vida se destruya. No solo sientes lo que dices sentir por mí, también me odias, me tienes