Luego de que Rafael le dijera a Abigail lo que sentía, vio como ella salió y se subió en un taxi. Él la siguió, no podía dejarla sola.
Tal vez si fuera una persona completamente diferente quizá lo haría, pero era ella, y no era capaz de alejarse así tuviera la mayor voluntad del mundo por hacerlo.
La siguió hasta el bar y se sentó muy cerca, la observó y la escuchó maldecir.
Mantuvo el espacio, tal y como ella lo pidió, cuidándola a lo lejos, protegiéndola de lejos.
Sin embargo, no pudo aguantar cuando el hombre comenzó a insistir.
Era un hombre celoso, los celos en cuando se trataba de ella aparecían inevitablemente. No podía controlarlos y lo hacía convertir en un hombre totalmente diferente.
…
La borrachera de Abigail se pasmó por completo cuando vio a Rafael en el suelo, se agachó para observar a Rafael con su cabeza llena de sangre.
—Estás herido —susurro ella observando como goteaba ese tono carmesí que le hacía sentir escalofríos.
Su mirada se ubicó directamente frente a