XXXI

Pareciera que dios hubiera esuchado que quería ser «pobre» y «morir de hambre» porque luego de irme de las oficinas centrales de MYo Multinacional empezó una lluvia torrencial qué se asemejaba bastante al diluvio universal, mi pobre casita se inundó y esos días se me dificultó muchísimo ir a vender, nadie iba a la playa ni caminaba por las avenidas comerciales. Tuve que aguantarme el frío, la humedad, la soledad y el silencio... Esperando que el sol volviera, prometí que apenas dejara de llover saldría a ganarme la vida a como diera lugar, pero al universo no le importó.

El hambre me hizo desear llamar al bruto de Alexander, seguramente me traería una pizza sin dudarlo pero preferirí aguantar; al final no sabía si me estaba diciendo la verdad, que había si solo quería que regresará a sus brazos para mandarme a prisión de nuevo. Además la excusa de que quería criar a ese niño «porque como fuera era suyo» me parecía insulsa, era demasiado mentiroso cualquier hombre en esa situación le
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